jueves, 29 de septiembre de 2011

Llegada de Lohengrin



La  llegada de Lohengrin en la barca tirada por el cisne supone un emotivo  momento del primer acto de esta ópera. Tras la tercera llamada del macero del emperador Enrique, Elsa eleva una fervorosa plegaria pidiendo que llegue el héroe que la defienda de la acusación de haber asesinado a su hermano. Tras esa plegaria comienza una música que cambia la escena, pasando de la angustia a una esperanza que viene sobre una barca arrastrada por un cisne. En ese momento entra en escena el caballero Lohengrin, éste le pide a Elsa que nunca le pregunte su identidad.
Cuanto se necesita el advenimiento de un caballero Lohengrin que ponga un poco de esperanza en nuestra mortecina sociedad, que le de un poco de orden y aire fresco. Ese valor de los héroes wagnerianos nos puede suponer un acicate para que nuestras miradas y nuestras voces vuelen en el viento, tal como pedía Elsa en su plegaria; y de este modo, ante el sinsabor de nuestra sociedad convulsa, encontremos un oasis de gallardía y elegancia que nos haga soñar con un mundo distinto a través de interpretar el nuestro en los compases del gran maestro alemán. La propuesta es firme, resultará divertido enfocar nuestro mundo en Wotan o Alberich, en Tristán o Parsifal, de tal modo que la interpretación sea productiva y nos ayude a reirnos de nuestra situación en una realidad tan aburrida como unidimensional.