martes, 18 de octubre de 2011

Redención para el Redentor

En esta imagen vemos la escena del coro final del drama sacro Parsifal, del maestro Wagner. Mientras el Grial resplandece con nuevo esplendor ante los caballeros, Kundry muere redimida y el coro exclama "redención para el Redentor". Esta exclamación coral es interpretada en muchos foros wagnerianos desde una perspectiva del gnosticismo, pero aquí haremos una interpreación de carácter litúrgico-crítico que me parece se ajusta más al argumento de la ópera. Hay que entender el término redención en esta frase en el sentido siguiente, que las sagradas reliquias, el Grial y la lanza de Longinos, fueron liberadas o redimidas de las manos indignas que las mancillaban. Redención sin sentido soteriológico es la mejor interpretación de este pasaje. Las reliquias estaban mancilladas por las manos de Kilngsor, hechicero que había robado la lanza sagrada, y por las manos de Amfortas, indigno custodio del Grial.

En el tercer acto, antes del encanto del Viernes Santo, Gurnemanz empieza a relatar que se ven privados del resplandor del Grial porque Amfortas no quiere oficiar con él. Los caballeros del Grial de la contemplación del mismo sacaban el alimento espiritual y la fortaleza para poder luchar, al no poder verlo se ven reducidos a la decadencia y no poder participar en luchas o embajadas variadas. La decandencia llega al punto que Gurnemanz  puede decir que se alimentan de vulgar pitanza. Esta queja amarga del viejo caballero del Grial, nos puede servir de trampolín para la trasposición crítica de hoy. La ausencia de la liturgia del Grial hunde en la decadencia a los caballeros del reino de la fe pura, así como la ausencia de la liturgia católica en la Iglesia la hunde en la decadencia y en la autodestrucción.

Desde hace más de cuarenta años la Iglesia ha desterrado las formas tradicionales de la liturgia romana y ha introducido por las manos de un mal custodio una Misa donde la adoración, el sentido sacrificial, la trascendencia y la bellleza han desaparecido, con la consecuente desorientación de gran parte del clero que no sabe lo que hace cuando sube al altar, ni renueva el sacrificio ni se da cuenta de su función como mediador. Tras esta situación el pueblo cristiano, como los caballeros del Grial, se ve privado del alimento espiritual que lo fortalece, la gracia divina, ya que no son abiertas las puertas celestiales para que baje desde el trono de Dios hasta las almas de los fieles. Después asistimos a las quejas de tantos pastores de la Iglesia que no saben el por qué de la situación, se quejan y no ven que la causa de toda esta devastación está en la crisis litúrgica y teológica. Todo esto produce una decadencia y una situación mortecina en el seno de la Iglesia. Necesitamos una acción a lo Parsifal, redimamos al Redentor de esas manos que lo tienen mancillado, rescatemos la liturgia de la Iglesia de las manos de esos custodios impíos a lo Amfortas o de oscurantistas hechiceros a lo Klingsor, volvamos a las cristalinas fuentes de la liturgia tradicional de la Iglesia y de ese modo volverá el vigor del pueblo cristiano, se restaurará el flujo pleno de la gracia, los encargados de oficiar con el Grial volverán a tener clara su misión, se acordarán de renovar el sacrificio redentor y de su papel como mediadores entre Dios y los hombres; y podremos exclamar extasiados ante el resplandor de la Sangre divina en la consagraciónm de la Misa: redención para el Redentor, liberado de las formas mediocres, liberado del culto immanente y nihilista, liberado de la ñoñez e infantilismos varios y resplandeciendo en la obra de arte total que es la liturgia católica tradicional.

2 comentarios:

  1. Muy interesante entrada. En nuestras manos están la oración y los sacrificios.

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  2. Excelente lectura de un tercer acto que tiene buenas dosis de buena teología.

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